Lo más importante para Marco en esta colaboración con Casa Bosques era intensificar la nota a tierra de los pistachos tostados, perfumada por la esencia de las flores de azahar. Entre ambos decidieron que el cacao blanco criollo del Soconusco era la combinación ideal entre la delicadeza y el poder para enaltecer todos los sabores. El resultado es una experiencia de chocolate que es nostálgica pero de cierta forma fresca, deliciosa y pura. La colaboración entre Casa Bosques y Marco Carboni, resultó en un chocolate con mazapán de pistacho, sal, agua de azahar y ralladura de naranja.
El empaque fue diseñado para hacer un guiño a la Plaza Río de Janeiro, cercano a los restaurantes de Marco Carboni en la calle de Orizaba. Al centro de la misma plaza se encuentra una fuente con una copia de la escultura David, de Miguel Ángel, haciendo referencia al país natal del chef.